Kithara Biografia

----------------------------------Cápitulo 1 --------------------------------

BUSCANDO LA FELICIDAD

-¿Estas seguro de que quieres seguir con esto? -una joven hablaba con voz entrecortada desde las sombras de la noche, no parecía estar convencida con el plan, le parecía demasiado arriesgado-

Aquella misma tarde había comenzado el conflicto, Arkarius, un imponente troll de colmillos afilados y orejas puntiagudas y con muchísimos signos de batalla había decidido colarse en Theamore para rescatar a la esposa de su mejor amigo, Nadalia. La mujer era una tauren bastante mal cuidada para su edad, tenía los cuernos rotos por varios lados, el pelo greñoso y los ojos llenos de ojeras. Arkarius había conseguido romper la cerradura con su hoja rúnica y ambos estaban intentando escapar de la isla.

-Nadalia, cielo, sabes que es la única salida, no importamos ninguno de los dos, sólo ella -sonrió mirando al bebé que la joven tauren tenía en los brazos- me gustaría que tuviera una oportunidad de vivir, tenemos que salvarla, es lo que Lhoran hubiera querido.

Al oír el nombre de su esposo, varias lagrimas cayeron por sus mejillas, le echaba de menos, no podía soportar la idea de que estuviera muerto, llevaba ya tres meses sin dar señales de vida, estaba realmente preocupada.

-Está bien Arkarius, sálvala y cuidala con tu vida -Nadalia le entregó el bebé y comenzó a llorar desesperadamente- cuidate... Kithara.

El troll comenzó a formular palabras en una lengua antigua y un gran portal negro se abrió ante él, de repente se oyeron pisadas lejanas de los soldados acercándose, pero cuando llegaron allí, solo encontraron a la tauren, el portal había desaparecido y con él, el troll con el bebé.

Así fueron pasando los años de esta criatura que fue cuidada y enseñada en un mundo de sombras y tinieblas, un mundo donde reinaba el caos y la oscuridad y fue enseñada acorde con ese mundo. Había sólo cinco cosas a tener en cuenta:

-El pez grande se come al chico.
-Ojo por ojo y diente por diente.
-Un trono es sólo una silla de madera.
-Un jefe es alguien que necesita a otro.
-La finalidad justifica los medios.

Con esas bases que Arkarius se encargó de enseñarle, la tauren comenzó a educarse, se entrenaba diariamente para ser la mejor luchadora, se especializó en las transformaciones de animales, aprendiendo los instintos de ellos y a fundirse con la naturaleza. A la edad de 16 años, el troll decidió que ya era hora de que comenzara su vida en solitario.

-Kith, te he enseñado y educado lo mejor que he podido, recuerda todo lo que has aprendido y no confíes nunca en nadie, ni siquiera en mí. Ahora es hora de que comiences tu viaje, tu historia y llegues a lo más alto, perteneces a la horda, no lo olvides, ya sabes contra qué luchar y como. Buena suerte.

Un portal negro surgió del abismo y Kithara fue teletransportada a otro lugar totalmente diferente, estaba en medio de una pradera, sola, por un lado, se sentía insegura, no sabía realmente qué hacer, así que se limitó a entrenarse en el manejo de armas. Aun conservaba el viejo bastón que le habían regalado, se poyó en él y comenzó a caminar a ver a donde le llevaba el viento.

Tras vagar seis días por el bosque encontró un pequeño poblado a lo lejos, el poblado Pezuña de Sangre. Allí vio a gente como ella, tauren, nunca antes había visto a gente de su raza, pero recordaba grabadas en la mente las palabras de Arkarius: “No confíes en nadie”.
Uno de los jóvenes que pasaba por allí la saludó cordialmente y se acercó a ella.

-Hola, perdona que te moleste, buscaba al instructor de pesca, ¿sabes dónde está?

Kithara se quedó en blanco, era un tauren joven como ella, con una larga trenza en la barbilla y el pelo largo y trenzado, sus cuernos estaban bien afilados y blancos, los ojos oscuros y un largo mechón de pelo gris que le salia desde el cuello por toda la espalda.

-Esto... no, lo siento, soy nueva en el pueblo -bajó la vista al suelo, estaba acostumbrada a solo hablar con Arkarius y hablar con otro ser, le resultaba extraño, comenzó a ponerse nerviosa y el chico lo notó.

-Si quieres, podemos buscarlo juntos y así te enseño el pueblo -alzó de nuevo la vista y miro al tauren a los ojos, no parecía mala gente y necesitaba a alguien para conocer el lugar-

-Está bien.... soy Kithara, pero me llaman Kith -el chico sonrió para sí mismo-

-Yo soy Currupipi, encantado.

Escrito y editado por Kithara

------------------------- Capítulo 1 Parte 2 ----------------------

Estuvieron caminando un gran rato, la joven tauren no dejaba de mirarle, observando cada parte de él con detenimiento, analizándole. Ninguno de los dos hablaba, se limitaban a caminar en silencio, hasta que por fin uno decidió romperlo.

-¿Y de dónde vienes? - Kithara en seguida devolvió la vista al suelo y tardo unos segundos en responder.

-De un sitio lejos, no lo conocerías – Currupipi decidió no insistir más y continuaron su camino, en unas horas encontraron a un viejo tauren en la orilla de un río pescando.

-¡Hey! Disculpe, ¿Es usted el instructor pescador? -el viejo, dejó de prestar atención a su caña y se viró hacia ellos sonriendo ampliamente-

-Vaya, nuevos alumnos a los que enseñar. Venid, acercaros, os voy a enseñar el gran oficio y arte de la pesca -los dos se acercaron lentamente, el tauren tiró de la caña con fuerza y un pez emergió del agua pendiente del sedal, enganchado al anzuelo-

-La pesca es como comerse un gran bocadillo de tripas de Kodo, el Kodo es duro por fuera, pero por dentro es blando y delicioso, parece complicado pero en realidad es muy fácil.

Ambos tauren le miraban anonadados.

-¡Hay que llegar a los adentros del mar, hay que fundirse con él, llegar a donde ningún tauren ha llegado nunca! ¿Habéis visto alguna vez a un Kodo pescar?

Ambos negaron.

-Bien, el Kodo mete la cabeza en el agua y cuando el pez está cerca, lo saca del río de una cornada ¡Se fuerte como el Kodo! Eso es todo lo que debéis saber, ahora jóvenes aprendices, tomad -el viejo, entró en la pequeña cabaña que tenía al lado y sacó dos cañas de pescar para ofrecérselas-

-Ahora es hora de que comencéis vuestra verdadera instrucción -los empezó a empujar hacia la pradera - ¡Iros, iros, tenéis mucho trabajo!

Kithara y Currupipi sin poder hacer nada por evitarlo se fueron alejando de la cabaña y del hombre.

-¿Estaba un poco majara no? -Preguntó el tauren medio riéndose, ella en cambio aun estaba asombrada-

-¿Es toda la gente así? -Currupipi negó con la cabeza- Bueno, al menos nos ha regalado las cañas, no creo que sea tan difícil.

-¿Quieres que vayamos a probarlas? -Kith, se encogió de hombros y ambos siguieron caminando hacia el cauce del río. Una vez allí, se acercaron a la orilla y cogieron las cañas con seguridad.

-¿Cómo funciona? -preguntó ella, mientras miraba la caña con interés-

-Creo que hay que poner algo de cebo, para que los peces lo cojan y tirar.

Ella no parecía muy convencida con el plan, Currupipi en cambio, sacó un trozo de carne de su faltriquera y lo enganchó en el anzuelo, justo después lanzó el cebo con el sedal al río, agarrando la caña con firmeza. Kithara le miraba interesada esperando a que ocurriera algo. Tras varios minutos sin pasar nada, la tauren comenzaba a ponerse nerviosa.

-Esto es una estupidez, nada va a coger ese trozo de carne, esto es una pérdida de tiempo. -en ese momento la caña comenzó a moverse y el hilo se tensó de golpe.

-Vaya, han picado -el tauren tiró con fuerza y del agua emergió un ser, que precisamente no era un pez. Tenia un gran caparazón amarillo, unas gordas y cortas patas y un cuello enorme, era sin duda un gran espécimen de quijaforte. La bestia, que se había terminado su pequeño festín de carne, estaba bastante enojada por su salida involuntaria del agua a la fuerza y se viró hacia Currupipi, dispuesta a cargar.

-¡Cuidado!

Kithara empujó al tauren hacia un lado, justo cuando la tortuga cargó, esquivando ambos el ataque. Currupipi cayó al suelo, pero se levantó con rapidez y agilidad y sacó un arma de fuego y comenzó a disparar hacia la tortuga, ésta escondiéndose en el caparazón, logro evadir gran parte de las balas, protegiéndose dentro. La tauren mientras tanto no se quedó quieta, comenzó a formular unas palabras antiguas y unos rayos verdes surgieron de su mano golpeando fuertemente contra el ser y haciéndole retroceder. Justo después, aprovechando la confusión de la bestia, Currupipi le asestó un mortal golpe en el cuello con su hacha de mano. El cuerpo de la tortuga cayó al sueno inerte, tiñendo la verde hierba de color carmín.

-¡Uf, por poco! Vaya, no sabía que usabas tantas armas.

-Ni yo que pudieras hacer magia, no se te da mal. ¿Qué hacemos con el cuerpo?

-Está oscureciendo, tal vez deberíamos aprovechar la carne para esta noche, debemos reponer fuerzas -el tauren asintió y fue desmenuzando trozos útiles del cuerpo para ser ingeridos más tarde-

Escrito por Kithara

Corregido en la sombra por Currupipi

MmmmM se van enamorando...jeje
Weeea sigue sigue

mu wena si señor que siga que siga¡